JESÚS ORA POR NOSOTROS
Cristo sigue orando al Padre, y no deja de hacerlo por nosotros.
Él desea nuestra alegría, pero no nos quiere reconcentrados en el calor cómodo de nuestras propias comunidades y grupos de fe. Jesús nos da su Palabra como anuncio y tesoro, y nos invita a salir.
El mundo nos espera, pero no son sus valores los que nos pueden llenar de profunda alegría.
Cristo mismo sabe de riesgos y tentaciones, pero no nos evita la prueba que nos hace fuertes, sino que ruega al Padre que nos «libre del enemigo».
Cristo ora por nosotros y pide al Padre que nos santifique en la Verdad.
Él es la única Verdad, Camino y Vida.
En medio del mundo, nos ponemos en camino hacia Dios.
"En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».Jn.17,11b-19
Hay alegrías pasajeras y otras que son capaces de colmar toda una vida.
La de Cristo, la que él desea para todos nosotros, es una alegría cumplida, rebosante, distinta a tantas otras que hemos gustado.
La alegría de vivir en Cristo lleva el sello de la comunión.
El Señor ora al Padre por nosotros y ruega que guardemos la unidad, la comunión con Dios mismo, como signo silencioso de nuestra fe ante todos.
Hoy podemos meditar nuestra acogida a los dones del Señor: Él nos ha dado su Palabra, nos ha visitado con su presencia, nos ha guardado en el Padre, nos santifica y nos envía.
¿Pienso, quizás, que todos esos dones son para otros y no para mí?
¿Cómo respondo ante tanto derroche de atenciones y de Gracia?
Señor Jesús, tú que vives en el Padre, en la comunión del Espíritu, sigue santificándonos en la Verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario