jueves, 23 de enero de 2025

SEÑOR ENSEÑANOS A ORAR

1.               ¿Qué es Orar?


Orar es una necesidad VITAL

Al concebir que tenemos una vida Humana, que conocemos y cultivamos de la mejor manera para mantenerla SANA, hacerle crecer y que sea fecunda, es imprescindible concebir que todo hombre y mujer tiene también una Vida espiritual que debe ser cuidada y formada con la misma o mayor dedicación que la vida corporal.
 Esta vida espiritual es la que nos impulsa a ser y actuar como lo hacemos; los estados de ánimo, la manera de ver la vida, y sobre todo la concepción de un Dios son derivaciones de la vida espiritual.
 Cuando uno cae en la cuenta de que la oración es tan necesaria a nuestra vida espiritual como lo es la respiración al cuerpo, se plantea una cuestión ¿Cómo hacer Oración?
 Hay días en que nada es tan sencillo como Orar, hay disposición y claridad o por lo menos la dificultad no es insuperable. Pero ¿Cuándo la oración no nos dice nada? Entonces el Evangelio es explícito “Velen y Oren, para no caer en Tentación”, aun cuando no se tenga el menor deseo de orar.
 En resumidas cuentas si la respuesta es Orar y es algo tan fundamental, 

¿Qué es Orar? ¿Cómo Orar?

¿Consiste en recitar fórmulas ya hechas? Evidentemente esto no basta y se corre peligro de que se caiga en algo no propio e impersonal, como quien recita un poema a alguien o dedica una canción que no nace del corazón; pero por otro lado si dejamos las fórmulas nos encerramos en nosotros mismos o quizás divagamos y nos sentimos perdidos y distraídos por completo.


es hablar con DIOS. 

Orar, ¿No es hacerle peticiones a Dios? Y, ¿Qué le debemos Pedir? Por lo demás, ¿puede reducirse a peticiones el trato verdaderamente personal, digno de Dios?, ¿y Digno de nosotros? En fin ¿De veras se escucha a Dios?
 A veces creemos que orar es una simple acción que hacemos nosotros solos, como por ejemplo, redactar o escribir una carta, desarrollar el tema en una reunión, etc.
  Ante todo es DIOS en nosotros. Durante la oración, el Espíritu Santo- sin que nos demos cuenta-, nos transforma, aclara nuestro entendimiento, nos inclinan el corazón a comprender y a gustar las cosas de Dios es decir, las realidades del EVANGELIO: Ver, sentir, juzgar, amar todas las cosas como Jesus las ve, las siente, las juzga y las ama.
Para que esto suceda debe existir una confianza total, y una disposición para ese dialogo formador,

 ¿Qué debemos hacer cuando Oramos?
Ponerse a Disposición de Dios, nuestros esfuerzos deben estar centrados en recogernos, prescindir de las ocupaciones, para que esos 15 o 30 minutos robados al sueño, al descanso, y que parecen humanamente perdidos, sean un sacrificio agradable al Señor, y lo inclinen a OBRAR en nosotros.
 En segundo Lugar debemos ofrecernos totalmente a Jesús “Aquí me tienes, Señor, Has tu obra en mi” Luego debemos reflexionar en presencia de Cristo. Hablarle de nuestros íntimos deseos, de las dificultades y problemas, del porvenir; Hablarle de EL de su amor a los hombres, de su amor por cada uno, del amor que te tiene a ti, de su poder de su misericordia, de su gloria.
 Todo esto: recogernos, ofrecernos a Dios, reflexionar, hablar con El, constituye nuestra colaboración a su acción, lo que es necesario poner de nuestra parte y que el obre en nosotros. Sin embargo esa no es la parte esencial de la oración.  
Por eso, precisamente es tan frecuente que nos esforzamos por hacer bien la oración, por reflexionar, por hablar y a pesar de eso nos encontramos secos, se nos escapa la imaginación, y nos distraemos o no le hallamos gusto a la oración. En realidad nosotros solo hemos hecho lo que podíamos (¡y Podemos tan poco!) El señor es quien ha obrado


2.               La meditación Diaria Algunos consejos prácticos

Si queremos llevar en serio una vida cristiana, hemos de insistir en la necesidad de dedicar un tiempo, un rato cada Día a la oración personal.
 El ritmo de oración debe acompañar al mismo ritmo de la vida: Lo mismo que se come, se duerme, se trabaja y se descansa cada día; así cotidianamente, se vuelve uno al Señor Jesús “a fin de que hagamos todas las cosas en su nombre y dando gracias por El al Padre” (Col 3, 17)
 Algunas indicaciones de orden practico no están de más, pues todo lo que es ordenado y va sobre algún carril es mejor, no imaginamos un tren sin vías, o como es de difícil llegar cuando no hay caminos y puentes, así pues debemos tener en cuenta algunos aspectos para y Meditación Diaria.

  1. Lugar de la meditación en nuestra vida
 Duración: cada uno vea, según el tiempo de que se dispone, y el interés personal que le de a este acto. Un mínimo de 15 minutos parece indispensable

Hora: Escoger la más propicia del día, en que no estemos carrereados por las ocupaciones, el horario, cuando el sueño y el cansancio nos agobie, Que esta hora siempre sea la misma y mantenga fija en cuanto sea posible

Lugar: No importa cuál, el templo, el cuarto, la oficina, el medio de transporte, la cocina. Lo importante es que podamos liberarnos de lo que nos rodea.

Estos concejos parecen obvios, pero el fracaso y dificultades en la oración provienen de que no la hemos puesto un Lugar serio y no modificamos nuestras ocupaciones. Cada uno sabrá como hacer para modificar y distribuir su tiempo

2. Hay que preparar la meditación


Antes de la meditación:
 Procuremos pensar (al levantarnos, o al entrar al lugar de la oración) en la oración que vamos a hacer. Decirnos a nosotros mismos:¿Con quién voy a hablar? ¿Qué actitud debo tener? 

Haber preparado con anticipación el tema de la meditación. Si nos servimos de alguna guía, como lo son las Pautas escritas del Verbum Dei, o algún otro esquema que nos de secuencia como los “quince minutos de oración en el hogar”, el evangelio del día etc. Debemos haberlo leído con antelación al momento de meditación. Esto es para llegar dispuestos como quien ha preparado lo relacionado a una conversación personal con un Amigo.
 Una vez que se tiene la oración, nacerá poco a poco a la vida de oración, se establece continuidad en la meditación entre una y otra; las ideas centrales cobran realce; las palabras de o las de los santos llegan a sernos familiares; se ponen de manifiesto el sentido divino de un determinado acontecimiento de la vida, se impone la necesidad de recapacitar delante de Dios sobre determinada situación en que estemos. Esto nos lleva a tener el deseo de valorar y volver sobre el mismo punto, el tema sigue y se piensa de antemano “hoy meditaré tal punto o mañana”. El esmero en preparar la meditación es condición para que salga bien y al reflexionar nos daremos cuenta que tenemos un hábito, EL HABITO DE ORAR.





 













No hay comentarios:

Publicar un comentario