domingo, 27 de mayo de 2012

ACOGER LA VIDA


ACOGER LA VIDA

Recibid el Espíritu Santo.

Hablar del «Espíritu Santo» es hablar de lo que podemos experimentar de Dios en

nosotros. El «Espíritu» es Dios actuando en nuestra vida: la fuerza, la luz, el aliento, la

paz, el consuelo, el fuego que podemos experimentar en nosotros y cuyo origen último

está en Dios, fuente de toda vida.

Esta acción de Dios en nosotros se produce casi siempre de forma escondida, silenciosa y

callada; el mismo creyente sólo intuye una presencia casi imperceptible. A veces, sin

embargo, nos invade la certeza, la alegría desbordante y la confianza total: Dios existe,

nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna.

El signo más claro de la acción del Espíritu es la vida. Dios está allí donde la vida se

despierta y crece, donde se comunica y expande. El Espíritu Santo siempre es «dador de

vida»: dilata el corazón, resucita lo que está muerto en nosotros, despierta lo dormido,

pone en movimiento lo que había quedado bloqueado. De Dios siempre estamos

recibiendo «nueva energía para la vida» (J. Moltmann).

Esta acción recreadora de Dios no se reduce sólo a «experiencias íntimas del alma».

Penetra en todas los estratos de la persona. Despierta nuestros sentidos, vivifica el cuerpo

y reaviva la capacidad de amar. Por decirlo brevemente, el Espíritu conduce a la persona a

vivirlo todo de forma diferente: desde una verdad más honda, desde una confianza más

grande, desde un amor más desinteresado.

Para bastantes, la experiencia fundamental es el amor de Dios y lo dicen con una frase tan

sencilla como «Dios me ama». Esa experiencia les devuelve su dignidad indestructible, les

da fuerza para levantarse de la humillación o el desaliento, les ayuda a encontrarse con lo

mejor de sí mismos.

Otros no pronuncian la palabra «Dios» pero experimentan una «confianza fundamental»

que les hace amar la vida a pesar de todo, enfrentarse a los problemas con ánimo, buscar

siempre lo bueno para todos. Nadie vive privado del Espíritu de Dios. En todos está Él

atrayendo nuestro ser hacia la vida. Acogemos al «Espíritu Santo» cuando acogemos la
vida. Éste es uno de los mensajes más básicos de la fiesta cristiana de
Pentecostés.

José Antonio Pagola


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