Gracias por la Eucaristía porque recibimos de ti la vida abundantemente gratis.
Gracias porque es donde se da esa unión de corazón a corazón, pasando de un sagrario de madera a un corazón
De carne un sagrario vivo donde tu profundamente habitas.
Este Dios Trinidad que habita en mi esto es una maravilla poder contener a Dios nosotros tan pequeños, esto es nuestra misión llenar sagrarios vacios.
La Trinidad en nosotros constituirá y formará el primer hogar, en el cual nacen a la vida los hijos de Dios, al calor vital de su amor. Es la fraternidad fontal,
"casa de oración para todos los pueblos" y escuela de oración de los verdaderos discípulos de Cristo. Ahí irrumpe, dentro de nosotros mismos, el manantial de agua viva que salta para la vida eterna de muchos. La presencia amorosa de la Trinidad marca el ritmo de nuestro vivir fraterno en una tonalidad totalmente nueva y transcendente. Su compañía es inefablemente rica y amena en cualquier camino y encrucijada. Es el verdadero y permanente "viático", el mejor compañero de viaje, fermento y semilla de fraternidades cristianas en todo el mundo.
Is 56, 7.
Cf. Jn 4, 14.
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